Ella quitó la mochila que él tenía sobre las piernas para poder sentarse encima de él. Agarró su cara con suavidad, buscando toda su atención, últimamente odiaba los silencios.
- ¿Crees que todo volverá a ser como antes?
- Espero que no...
A ella le impactó esa respuesta, no era la que se esperaba, sobretodo sabiendo que él llevaba las últimas semanas intentando enseñarle el lado bueno de la vida para que saliera de su tristeza crónica.
- ¿Por qué no?
- Porque antes yo me sentía estúpido queriendo a alguien que no parecía quererme a mí.
Ella siempre tuvo la costumbre de acariciar su nuca, justo al borde del nacimiento del pelo, en ese momento acababa de recuperar esa manía, sin darse cuenta.
- Sabes que sí que te quería.
- Pero no lo suficiente, nunca fue suficiente.
Ella sacó a relucir su sonrisa triste y apartó la mirada. Esta vez fue él el que agarró su cara, para coseguir borrar esa sonrisa con un beso. Porque para él, eso tampoco era suficiente.
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