jueves, 12 de junio de 2014

Hoy te he vuelto a ver. Ibas muy guapo con tu chaleco de motero y tu moto reluciente. Parecía que estabas de mal humor, pero yo sé que no, que simplemente ibas serio y concentrado, como la mayor parte del tiempo. Porque si no fuera porque me sonreíste de esa manera en aquél pequeño bar, quizá yo también te hubiera tenido miedo, como todos esos niños que se asustaban de ti en el trabajo. Pero no, te acercaste a mí, hablamos y conocí esa parte de ti que menos se deja ver, la que consiguió que me dejara llevar a tu lado. Y ahora, te veo y me alegro de que tú no me hayas visto a mí, porque prefiero pensar que te habrías parado, me habrías ofrecido un casco y habríamos acabado como siempre lo hacíamos, a tener que aceptar que la realidad hubiera consistido en un incómodo saludo entre dos personas que ya nunca comparten el mismo camino.