Quiero quedarme con tus sonrisas, y no con las ojeras permanentes bajo tus ojos. Quiero quedarme con tus te quiero, y no con tus gritos pidiendo calmantes. Quiero quedarme con tus abrazos, y no con tu cuerpo desmejorado por la enfermedad. Quiero quedarme con todo lo que me diste, y no con todo lo que el cáncer te quiso quitar. Quiero quedarme con tu fuerza, y no con tus momentos de debilidad. Quiero quedarme contigo, pero has tenido que marchar.

Hoy me han dicho que me parezco a ti, y no existe mayor regalo. Te echaré de menos papa.

La peor distancia...

...es la que no puede medirse en metros.

Hay cosas que no tiene sentido, como leer un libro al revés. Si sabes el final, ¿por qué debería interesarte el principio? Pero si no lo lees, te perderás miles de pequeños detalles que han hecho que la protagonista haya llegado hasta allí. Te pierdes todos los fallos, tantas cosas que aprender, tantos pequeños cambios de una vida, insignificantes detalles que han cambiado su historia. Te pierdes la magia, no sabes si fue fácil o si tuvo que enfrentarse a decisiones complicadas, no entiendes por qué ese final es tan importante, cuánto costó llegar a él. Quizá ella tuvo que convencerle de que era diferente, porque él se había llevado tantos golpes que ya no confiaba en nadie. Tal vez ella tuvo que sacar fuerzas de flaqueza y luchar por lo que deseaba. No sabrías qué palabras le hicieron cambiar de opinión, ni cuántas veces se besaron bajo la lluvia. No sabrás que ella lo dejó todo, porque entendió que no era lo que quería, y que gracias a eso encontró lo que realmente le hace feliz. Tantas cosas perdidas en cientos de páginas... toda una historia, toda una vida.

Eres mi sol. Si yo soy la Tierra, tú eres sol. Te has convertido en el centro de mi vida sin casi esforzarte, porque no te hace falta, tú brillas tanto que no hay eclipse que acabe contigo. Estás ahí, lejos de mí, pero hay una fuerza extraña que me impide alejarme o acercarme aún más. Y aún así, desde la distancia, me das calor, permites que haya vida en mí, no dejas que me eche a perder. Pero te miro desde aquí, y eres tan inalcanzable que me duele, quisiera ser capaz de romper esa magia inexplicable que me mantiene atada a esta situación. Necesito ser capaz de olvidarme de lo importante que eres, aprovechar todo eso y no darle importancia, como has conseguido hacer tú. Pareces tan seguro de ti, de que sabes lo que haces, de que sabes lo que sientes, de que tienes la razón, que soy incapaz de llevarte la contraria. Así que, por favor, apágate, haz que tus rallos no choquen contra mí, busca otro planeta al que darle todos tus cuidados, porque ya no puedo más.

Cuando estás con el mono, el primer chute te lleva al cielo, notar cómo la droga se extiende por cada centímetro de tu piel. Y entonces te pones otra vez, y otra, y el efecto cada vez es más suave, pronto ya no lo notas y necesitas una dosis mayor. La posibilidad de dejarlo se vuelve efímera, porque la sola idea de dejarlo se antoja insoportable, porque estás metido tan hasta el fondo que ya no ves la salida.

Y, lo que quiero decir con todo esto, es que tú eres mi heroína, y estoy tan metida en esta adicción, que por mucho que lo intento, siempre salgo perdiendo.

Estoy cansada de los finales perfectos de las películas, de los libros que acaban como si vivir fuera tan fácil como nos lo quieren pintar. Estoy cansada de fingir que no me importa, que todo esto es soportable. Cansada de que ni siquiera escribir me sirva ya.