¿Quién dice que para ser feliz hay que tenerlo todo? ¿Por qué no puedo conformarme con las pequeñas cosas? Que saques un rato para mí, cada día, sólo para conseguir que sonría al menos una vez, que vea la vida algo menos triste. Que me beses sólo cuando sientes que no puedes aguantar ni un segundo más sin hacerlo, y que, después de hacerlo, no dejes que lea en tu cara que sabes que no es lo correcto, aunque lo pienses. Que no sea capaz de aguantarte la mirada más de tres segundos, que me cortes la respiración. Que no me recuerdes el pasado, ni el futuro, porque ninguno de los dos existe ya. Que consigas que la tristeza desaparezca cuando estás aquí conmigo, porque entre nosotros no hay espacio para ella, que sólo aparece cuando te vas. Que seas tan diferente a mí, que me conviertas en algo distinto.

Entro en mi cuarto, cansada. Me tumbo en la cama sin fuerzas ni ganas para más. Con este calor no puedo evitar acordarme de tu cuarto, y más concretamente de tu cama. Resisto las ganas de coger el teléfono y alinear los planetas para que acabemos allí, de nuevo. No entiendo por qué cada día me cuesta más, si cada día te quiero menos.

"Me acuerdo de ti, 

me cago en tus muertos."

Tengo muchas malas costumbres...

... pero tú eres la peor.

Ser esa chica a la que se le escapan las lágrimas en una calle abarrotada de gente. Gente que la mira preguntándose qué es lo que le ocurre, si de verdad está llorando o simplemente tiene los ojos irritados. Quizá incluso alguien se plantee durante un segundo acercarse para ver si está bien, antes de volver a esa conversación trivial que ha dejado a medias. Ser esa chica... es una putada.

Cerrar una puerta

y romper a llorar.

Las palabras, aunque sirvan para dejar constancia de las cosas, no siempre dicen la verdad. He aprendido que un "luego" puede convertirse en "nunca", y un "nunca" puede convertirse en un "¿por qué no?".  Y entre esos dos mundos me muevo últimamente. Entre esa eterna promesa de lo que puede ser, pero que no llega; y eso que sé que ni es bueno ni lo merezco, pero lo quiero.

No sé si me sorprende que después de tanto tiempo siga recordando todas las conversaciones que tuvimos. Y hoy, mientras sacaba a una amiga en brazos desde la primera fila de un concierto, porque se había desmayado, me he acordado de que me dijiste que no me creías capaz de reaccionar decentemente si estando conmigo te diera uno de tus mareos. Ya ves, sigo creyendo que por ti me habría tragado todos los nervios, que hubiera hecho cualquier cosa que necesitaras para estar bien. 

Y como siempre

ya da igual.

Que ya da igual lo que haga, siempre me acuerdo de ti.

Carezco de imaginación, simple y llanamente. Si me pides que te dibuje algo saldrás de aquí con el mismo paisaje que llevo dibujando desde que tengo uso de razón, y oye, tampoco está tan mal, pero sé que ni tú ni yo estaríamos contentos con el resultado. Una vez dibujé un gato, fue un pedido especial, me pareció bastante más gracioso que el paisaje, así que me planteo convertirlo en mi nueva obra de arte no original.

Pero a lo que iba, me gusta escribir (aunque se me dé sólo un poquito mejor que dibujar, lo que sigue siendo poco), pero como la parte creativa de mi mente es una inútil, todo lo que puedo hacer es coger algo real y darle mil vueltas. Al final puede que se parezca a la realidad, o todo lo contrario, pero la esencia sigue ahí. El problema es que tiendo a volverme monotemática, se me mete algo en la cabeza y ya no hay manera de sacarlo. Sólo me queda esperar a que alguien me haga un pedido especial que pueda convertir en mi nueva obsesión.

Y todo esto viene a que me parece muy mal que cierta persona esté cerca de alcanzar el número e entradas que te escribí a ti. 

Y no es justo.

Está claro que no puedo controlar a mi subconsciente, porque cuanto más me alejo de ti, más apareces en mis sueños. A su favor (que no al tuyo) tengo que decir que te representa bastante fielmente, será que ya te tengo más que calado y he interiorizado todas tus trampas. Y aún así me molesta soñar contigo cada noche, como si mi vida girara en torno a ti, cosa que hace tiempo que no pasa. Rezaré porque cambie. O dejaré de dormir.

Planeo vencerte.

Despacio... 

                  Una palabra y mi imaginación se desata.

Cuando el despertador sonó por décima vez decidió que ya era hora de levantarse. El sol ya había calentado su cuarto, y aún así, sacar su cuerpo desnudo de entre las mantas le costó un mundo. Sorteando prendas de ropa arrugadas por el suelo llegó hasta su armario, se vistió, sin pensar demasiado, como siempre, cogió el bolso y salió a la carrera. Tan sólo paró un instante frente al espejo que presidía el portal, comprobó que aún había restos de rímel en sus ojos que escondió tras unas oscuras gafas de sol, se arregló como pudo el pelo y echó a correr de nuevo. Seis minutos más tarde entraba por la puerta del trabajo, con la sonrisa puesta, e ignorando a su jefe, que se lamentaba de que la misma escena se repitiera cada domingo. Cruzó aquél largo pasillo, y dejando atrás el bullicio llegó hasta su pequeño bunker. Soltó sobre la mesa los trastos y corrió a abrir la puerta que daba a aquella playa que no tenía permitido pisar. Las 10:29, perfecto.

Y empezó el trasiego de gente, lo mismo de siempre, las mismas caras, las mismas historias. Hasta que entró él, pillándola por sorpresa con un abrazo empapado que la hizo estallar en risas, con mil historias que contar, con mil bromas sólo suyas, con esas miradas que sólo ellos entendían. Con esa forma de hacer correr el tiempo. 

Y así es como me rompes la rutina.

Ya no sé cómo decirte que sólo sueño con que vengas a arreglarme el día.

Pero nunca llegas.

Un día como cualquier otro, sin motivo, supo que se había cansado de esperar. Cogió sus cosas y echó a andar. Con suerte jamás volverá la vista atrás. Con suerte, tú la dejarás marchar.

Brindemos...

... por todas esas cosas que nunca haremos juntos.

Una vez más me dejas con las ganas..

...de mandarte a la mierda.

- Estoy más harta de estar aquí metida mientras está todo el mundo en la playa...
- Pobre, yo he estado desde por la mañana, te guardaré un poco de sol.
- ¿Me lo traerás en una cajita?
- Claro, junto con eso que te debo.
- Lo siento, pero me hace más ilusión el sol.
- Ya te haré cambiar de opinión.

Aún se te da bien

hacerme sonreir.

Siempre tuvo las ideas claras. Entre lo bueno y lo malo siempre elegía lo primero. Por eso ahora, cuando se despierta desnuda en una cama, junto a su fiel botella de vodka y su no tan fiel hombre imperfecto, se pregunta en qué momento del camino escogió la salida equivocada. Porque ya no estaba segura de nada, ni de nadie. Ni siquiera al mirarle a él encontraba una razón para estar allí, porque hace tiempo que sabe que no queda amor, sólo una triste obsesión por su parte y ganas de pasarlo bien por parte de él. Ya no se esfuerzan en fingir te quieros, nadie se los cree; pero piel contra piel se sienten un poquito mejor, al menos mientras dure la botella. Los amaneceres son lo peor, tan románticos en otra época, lejana, casi olvidada, tan vacíos y rotos ahora.

Pero de todo se olvida

cuando el vodka vuelve para salvarla.

No esperaba ningún gesto romántico, ni mucho menos, pero no pensé que fueras a ignorar por completo mi cumpleaños, que con un simple felicidades me habría conformado. Dentro de unos días intentarás convencerme de que te importo de verdad, y yo me reiré, y tú harás como que no entiendes por qué. No me molestaré en explicártelo, porque me lo negarás todo y me saldrás con ese "te quiero más de lo que crees", que ni tú mismo te crees. A partir de ahora cogeré lo que quiero de ti y después me olvidaré de todo. Exactamente lo que haces tú.

Estoy cansada de este juego.

Si al menos me dijeras alguna verdad...

No lo pillas. Y eso no va a cambiar.
Se me ha escapado por un momento, pero tranquilo, no volverá a pasar.

Esta tarde he encontrado una conversación que mantuvimos hace meses, prácticamente la primera. La guardé porque en ese momento sentí que de allí saldría algo bueno y que querría tener recuerdos de cómo empezó. Y ahora, releyéndola, me doy cuenta de lo diferente que es todo, y me pregunto si estaba equivocada, si he cambiado yo o has sido tú, o simplemente fue mi mente la que creo una gran historia que en realidad nunca existió.

"Eres... curiosa

Me lo tomo como un cumplido.

Para mí lo es."

Todo sería mucho más fácil si fuese capaz de sacarte de la cabeza. Pero no, tú te agarras, tan fuerte que cada vez que intento arrancarte dejas marcas en mi piel. Y no sólo por fuera, las marcas son aún más profundas por dentro. Por suerte no puedes ver en mi interior, y para el resto sólo necesito un poco de maquillaje.

La imaginación es lo único que queda cuando la realidad da asco.

Una vez más me das la razón con tus actos. Y de nuevo me dejas llena de dudas.

Aunque esta vez salgo ganando.

Algún día alguien me preguntará si estoy bien y contestaré que no.

Al menos mis noches de insomnio tienen un motivo. Esta te la dedico a ti.

Y ahora sé que puedo decirte cualquier cosa, porque en dos días lo habrás olvidado. Quizá porque no llegaste a entenderlo, o porque directamente te da igual.

Vive la noche de bar en bar, se junta a cualquiera que la invite a bailar. Va con los labios siempre pintados de rojo y medias oscuras, no se molesta en disimular. Ella quería demostrar que te había olvidado, pero sabe que está demostrando justo lo contrario. Y luego, al llegar a casa, horas después del amanecer, mancha su almohada con el rímel que sus ojos desprenden, acompañando a las lágrimas que no logra retener. Con cada gota de maquillaje desaparece también la máscara, poco a poco vuelve a ser ella, un poco más hundida y desesperada. Pero al día siguiente se levanta, calza sus sandalias de tacón y, gafas de sol en mano, sale de nuevo a fingir que se come el mundo... 

Aunque solo quiera comerte a ti.

Tú, yo y el mar...

y ese sabor a sal.

Esta lluvia es perfecta para aparecer en tu puerta, empapada.

Al menos soy lo bastante cobarde como para no cometer los errores que me llaman a gritos.