Nada cambia, y tú no te cansas. Al final del día todo sigue igual.

Hoy te he echado de menos. Pero de verdad, no ese simple recuerdo que me viene a veces, y se marcha con la misma rapidez. Hoy de verdad me ha dado pena la distancia, impuesta por mí, que nos separa desde hace un tiempo. He pensado en ti y he deseado que estuvieras aquí. Y no se me ha pasado al instante, no, se ha ido abriendo paso hasta que ha sido demasiado grande como para ignorarlo. Y aún así, me he mantenido fuerte. Porque así soy yo, cabezota y estúpida, pero con razón.

Porque las razones 

acabaron pesando más

Oscureces el mundo a tu paso, el frío se ha instalado aquí desde que te marchaste. Yo era la tormenta, pero tú... tú eres el viento que se te cuela dentro, el que apaga las velas que iluminaban todo aquello que yo había dejado a oscuras. Nos movíamos juntos, arrasando con todo a nuestro paso, porque nada podía con nosotros. Éramos invencibles.

Pero nadie me contó que el viento era demasiado voluble, que cada día sopla en una dirección. Y así, poco a poco, se fueron debilitando mis rayos. Acabé convertida en esta tormenta de verano, que para el tiempo durante un instante, para desaparecer sin dejar más que una fina capa de lluvia bañando cada rincón de la ciudad, que poco a poco se calienta con el calor de otro sol, que consigue que pronto no quede ningún rastro de mí.

Me has hecho desaparecer.

Te agarras a algo que sentiste hace mucho, y cada vez que no puedes más, echas la mirada atrás. Te aferras, a algo que ya no existe, pero que en su momento fue genial. Aunque acabara tan mal que a día de hoy, ni siquiera seas capaz de hablar de ello. Aunque fuera una realidad escondida en un montón de barreras creadas para evitar el ataque.

Te echas a dormir y sueñas, con ella. Y al despertar...sigues soñando, imaginando mil historias que conseguirían hacerte sonreír. Porque, ¿para qué despertar? Si aquí fuera ya no queda nada. Si nadie ha conseguido hacerte sentir eso otra vez. Y, ¿por qué no decirlo? Nadie te ha hecho hacer lo que hiciera falta para conseguir que no se fuera, aunque supieras que estaba mal.

Porque ya no queda nada a lo que quiera aferrarme.

Porque fuiste la barra ardiendo que nunca quise soltar.

Utilicé todas las armas que tenía. Me inventé historias que no habían pasado y oculté otras que jamás debieron suceder. Tergiversé los hechos, siempre en mi contra y a su favor. Se lo pinté todo de rosa, ocultando las decenas de pinceladas grises. Construí todo un mundo para ella, un lugar en el que mi existencia era apenas perceptible. 

Me esforcé tanto en convencer a aquella pobre chica de que tú no sentías nada por mí... 

que al final, hasta yo me lo creí.

Hay días que son agotadores, no físicamente, sino mentalmente. Y no puedes con más.

Cruzó la calle sin mirar, ignorando los furiosos pitidos de los conductores a los que había asustado con su repentina aparición. Pero más asustada iba ella. Corría, huyendo de algo que la aterraba. A pesar de que corría con todas sus fuerzas, sentía que no iba a ser suficiente, que era imposible escapar. Porque huía de algo que ya se le había colado dentro, de esas palabras que habría deseado no escuchar, de aquello que ya no podía controlar.

"Te quiero"

Será que yo le doy muchas vueltas a todo, que busco muchos sentidos a una misma frase y que me fijo en detalles que otro pasaría por alto. Hay gente que me ha dicho que siempre pienso lo peor, que veo cosas donde no las hay. Pero hoy me han confirmado lo que llevo sospechando varias semanas, incluso se han sorprendido de que yo me hubiera enterado antes, porque si a ellos no se lo habían contado, a mí mucho menos. Y tienen toda la razón, porque no me han dado ningún dato al respecto. Y aún así, lo sabía.

A partir de ahora, puedo seguir adelante sabiendo que no es imaginación mía, que los cambios de actitud están ahí, que te conozco, aunque te niegues a reconocerlo.

Necesito que me des las buenas noches...

... aunque sea a tu manera.

Tu palabras son como los unicornios, preciosas, pero no reales.

Pregúntate por qué las miradas de reojo se fijan en mí cuando tú hablas de esa chica con la que tan bien te va. Me miran con pena, como si esperaran verme sufrir. Se nos ve venir, aunque ni siquiera nosotros sepamos a dónde vamos. No sé qué parte de lo que imaginan concuerda con la realidad. Ni siquiera sé cual es la realidad. 

Pero sea lo que sea

es una mierda.

Algún día aprenderás, que cuando no digo nada es cuando debes preocuparte de verdad.

Lo que quiero no es dejar de caer...

... sólo que duela menos con cada caída.

Algunas llamadas son difíciles, no por lo que tienes que decir, sino por a quién se lo dices.

Debería ser tan fácil...

pero no lo es.

No te cansas de repetir que mis palabras siempre conducen a la tormenta. No la preceden, la causan, porque la oscuridad que inunda mi mente se extiende más allá de lo que puedo controlar. No te duele, porque para eso tendría que importante, pero te empapas, el frío se te cuela dentro y, por un momento, compartes este agujero conmigo. Pero las tormentas nunca duran para siempre, no sé si para ti llega la calma, para mí no.

            Y el sol… 

ya casi no recuerdo lo que es el sol.

Me alegro de que por una vez las casualidades estuvieran de nuestra parte, estar rodeados de las personas correctas, en el momento correcto. Que quedara libre el hueco junto a mí en ese sofá, que te sentaras a mi lado, que nadie viera raro que me fuera acurrucando poco a poco, que mis ojos fueran cerrándose con el paso de las horas, que no hubiera nada ni nadie que estropeara ese momento... Pero al final la magia se acaba, nos toca separarnos de nuevo, tú vuelves a tu vida y me dejas aquí, añorando ese hueco, ese sofá, ese sueño, esas casualidades.

Por esos momentos me dejaría llevar

pero es demasiado complicado.

Echaba de menos acurrucarme... Contigo.

El 80% de las veces que he llorado, ha sido de rabia. Y por eso, lo de hoy no me ha extrañado. Me pasan muchas cosas por la cabeza y luego me arrepiento de haberlo pensado, pero sé que es verdad, que no estás haciendo las cosas bien y que no debería sentirme mal por ver la realidad. Parece que disfrutas dejándome en el limbo de las cosas que quizá sucedan. Puede que deba obligarte a decidir de una vez por todas. Que si me quieres, aquí estoy, ya lo sabes, pero ojalá me quisieras todo el tiempo. Y que no nos arrepintamos después.

"- Si me hablas así, parece que estás ligando conmigo.

- De hecho, creo que es lo que estoy haciendo."

A veces desearía que el tiempo se detuviera, sólo un segundo, para poder pararme a coger aire y fuerzas para seguir caminando.

Me estoy perdiendo demasiadas cosas por culpa del miedo, me paraliza, me obliga a creer que, si tiene que pasar, pasará. Y no, a veces no pasan, y me quedo pensando en todo lo que podía haber hecho y no hice, en todo lo que quiero y que ya no tengo por dejar que las cosas fluyeran sin que yo hiciera nada para cambiarlas. Pero por mucho que me lo prometa a mí misma, sé que volverá a pasar, que no hay forma de cambiarlo, que no vas a estar aquí, porque dejé que te fueras, sin mí.

Sopla el viento

y se aleja cada vez más.

Vaya a donde vaya, siempre acabo rodeándome de frikis. Aunque hay frikis y frikis. Estos son de los que me hacen llorar de la risa, de los que van a pasar tres días sin jugar al no sé qué para enseñarme la ciudad, de los que si no se saben un dato histórico, se lo inventan, de los que te hablan de misiones y planes inverosímiles para dominar el mundo, de los que te dicen que no te ha gustado la horchata porque no la has probado bien, de los que hacen que comer una paella se convierta en un juego...vamos, frikis de los que merecen la pena.

Gracias por hacer las cosas tan fáciles,

señor X.

Fingir se ha convertido en el eje de nuestras vidas. Fingir que somos alguien que no somos, que queremos a alguien a quién en realidad no queremos. Fingir que no estamos tan vacíos como en realidad estamos, que no estamos tan perdidos. Hace tiempo que nadie dice la verdad, ni siquiera la sienten. Porque fingimos ante el resto, sí, pero también fingimos ante nosotros mismos, nos contamos esas historias que al final nos creemos, incluso llegamos a olvidar que estamos fingiendo. Pero en el fondo sigue esperándonos esa realidad que está tan dentro de nosotros que ningún cuchillo será capaz de liberarnos.

Echar la mirada atrás y preguntarte por qué dejaste que empezara si sabías que no era lo que tenía que ser.

Feliz lo que sea.

"I don´t wanna be friends

I wan´t your bad romance"

Putas ganas de seguir el show...

A veces... fingir que me lo creo no es suficiente.

No puedo con esto, no me sirven tus cariños a medias. No puedes provocarme estas sonrisas en público y pretender que las esconda. No puedes jugar conmigo al ratón y al gato. Déjame ir o haz que me quede, pero no tires de la cuerda, porque tarde o temprano se romperá. No puedes ser tan perfecto y enamorarme, para luego seguir siendo perfecto y pretender que no te quiera. La dificultad aumenta el mérito, y yo no me rindo fácil, esperemos que no me hagas cambiar.

Sé lo quieras, pero sé mío.

Aunque sólo sea un rato.

No es que no te crea capaz...

... es que es más fácil pensar que es imposible.

Esta noche, las estrellas se quedan pequeñas junto a esta luna tan grande. No por eso son menos bonitas, pero tú ya no te fijas. No aprendiste la diferencia entre lo bueno y lo que simplemente destaca, y por eso te pierdes tantas cosas. Tú, tan centrado en tu juego que olvidas que los demás también jugamos, y puede que, como la tortuga hizo con la liebre, acabe aprovechándome de tu arrogancia, dándote donde más te duele.

Ganaré esta carrera hacia la luna, porque las estrellas están de mi parte.

Mírame de verdad,

igual que yo miro al cielo.

No tienes ni idea del efecto que tienes en mí...

... y eso es lo que me salva.