Cada día me sorprende más la facilidad con la que las cosas se me van de las manos. Cómo de un momento a otro caigo en una espiral de desesperación en la que las ganas de que se acabe de una vez no me dejan ver más allá. Y entonces vuelves, me sacas esa sonrisa, y se me olvida todo. Pero sigue ahí, sigue todo ahí. Las dudas, los pasos atrás, la ausencia de solidez en tus palabras que sólo compensas con tus actos. Pero me canso, no doy para más...

... y tú no me das más.

"- ¿Por qué me lo cuentas?

- Porque querría que me pidieras que no lo hiciera."

Nunca llega.

La curiosidad mató al gato...

... suerte que aún le quedaban 6 vidas más.

Este frío que me entra por la espalda cada noche...

... sólo me lo quitas tú.

De nuevo se han vuelto a mezclar el alcohol y las mariposas, y ha sido gracias a ti, que siempre apareces con tu brillante armadura para salvar la noche. Igual me das una de cal y otra de arena, pero siempre me sacas esa última sonrisa que lo arregla todo. Alarguemos el tiempo y acortemos la distancia, y puede que de todo esto salga algo bueno.

Tienes razón,

así deberían ser todas las noches.

"- ¿Te apetece o crees necesario que saquemos un rato para hablar de ello?"

¿No se supone que somos las chicas las que no hablamos claro y os liamos con todo lo que decimos? Creo que los tíos deberíais quedaros en vuestra casilla de soltarlo todo sin preocuparos de lo que pueda pasar y no andaros con rodeos. Porque así todo era mucho más fácil. 

Y ahora me voy,

a seguir intentando adivinar qué es eso de lo que tenemos que hablar.

Estoy al borde de la decepción...

... pero tú siempre consigues que me olvide.

Quizá has perdido la inspiración, la vida se ha convertido en eso que no merece la pena contar. Ya no encuentras motivos para inventar sonrisas, ya no sueñas con barcos de papel que flotan en el frío mar que rodea tu cama. Puede que sólo necesites alguien que apoye su cabeza en tu pecho al ir a dormir, alguien que te despierte con un beso en la nariz. Puede que no sea yo, o sí, pero si no me dejas, nunca lo descubriremos. Quiero escribir mis líneas por tu cintura y reír hasta dejar de respirar. Quiero que tus besos me hagan callar, que tu mirada me encoja el corazón, que el roce de tus manos me estremezca y que el calor de tu cuerpo siempre pida más. Seré sólo el soplo de aire fresco que necesitas, y luego ya veremos.

Acabaré con tu capacidad de quitarme cualquier ilusión de un plumazo. Aplastaré cualquier intento de rebelión en el mismo instante en que se produzca. Arañaré todo tu cuerpo buscando algún rastro de lo que había. No dejaré que pase. Otra vez no.

Encuéntrame ya, no sea que al final vuelva a esforzarme en esconderme.

Yo te guardo ausencias, pero a ver si dejas de desaparecer.

Tenemos mucho que aprender... Aprovechemos el tiempo para enseñárnoslo.

La bondad se la dejo a quién no sepa qué es lo que quiere.

Me abro paso hasta tu corazón...

... a mordiscos.

Piensa en lo que estabas haciendo, un día como hoy, hace tres años... 

...y dime que no era verdad.

Después de un día bueno, toca un día malo. Sé que dejaré de quererte el día que no consigas hacerme sonreír. Puede que, al final, incluso este todo envuelto en una capa de nada, sea lo que evite que me hunda en esta cama vacía y fría, porque ahora puedo recordar la sensación de tu cuerpo junto al mío, con tus brazos rodeándome y dándome calor. Porque demasiada imaginación puede destrozarte la vida, pero un poquito, puede mantenerte agarrado a ella.

- Tápate bien, eh. No pases frío esta noche.

- Imaginaré que estoy en tu sofá.  

- Ahora está bastante frío.

- Con el conjunto completo mejora.

Y a veces se me olvida...

...y me toca dar un paso atrás.

Las noches frías se pasan mejor a tu lado. Aunque estemos rodeados de gente, ocultarlo cada vez resulta más difícil. Tú te aferras a una relación que no terminas de querer, yo me aferro a la esperanza de que quieras lo que quiero. La gente nos incita, nos mira e imagina, y nosotros nos reímos, sonreímos a hurtadillas. Sin proponérnoslo, yo te sigo y tú me sigues. Y acabamos juntos, en aquél sofá que nos sobra por todos lados, soportando el frío a nuestra manera, sin pasar el límite, pero disfrutando de cada línea.

Algún fía desaparecerá

y ojalá que no vuelva.

Demasiada imaginación puede destrozarte la vida.

- Y tu día, ¿mejoró?

- No estoy segura.

- ¿Cómo puedes no estar segura?

- Porque ya no sé distinguir si, las cosas que pasan, son buenas o malas para mí.

En este punto

es el  que me has dejado

Yo no intento cambiar el mundo, ni intento cambiarte a ti. Pero tú pareces empeñado en hacerme cambiar a mí. Empiezo a estar un poco cansada por tener que defender mi forma de ser, un día sí y otro también. Que soy cabezota, lo sé. Que muchas veces, de buena soy tonta, también. Que puedo tocarte las narices y luego echarte la culpa, más de lo que me gustaría reconocer. Pero es lo que hay, para lo bueno y para lo malo, soy así, y si no te gusta, vete, pero no intentes convertirme en quien no soy.

Y hacerme sentir mal

por no querer hacerlo.

Te pido que me cierres la puerta y tú me la abres más. 

Todo el mundo se apena mientras lo cuentas...

... y a mí se me escapan las sonrisas que son difíciles de contener.

Se me ve de lejos, pero, 

y qué?

Tengo la manía de tirar de la cuerda, de forzar las cosas hasta el límite. Y esta vez he salido perdiendo. Cuando se toma una decisión, hay que seguirla hasta el final, y esta vez he sido yo la que ha decidido bordearla, recorrer la delgada línea que había marcado y acabar saltando al abismo. Y me he hecho daño. Ciérrame esta puerta y quítame la llave, porque sufriré menos dándome cabezazos contra ella que viendo lo que hay detrás sin poder tocarlo.

Calla

hasta que deje de necesitar escucharte.

Anoche, y no sé muy bien cómo, la conversación acabó tratando sobre alguien que había cometido el mismo error que cometí yo contigo. Había muchas diferencias, pero lo básico estaba ahí. Tengo que decir que hubo opiniones en contra, y otras que intentaron defenderlo, pero hubo una persona en concreto que expresó en voz alta todo lo que yo había sentido contigo. Al final acabaron dándola la razón, aunque en mi interior tenía la duda de si me parecía una explicación razonable porque lo era, o porque necesitaba escuchar en boca de otra persona que, aunque me equivoqué, no fue porque quisiera hacerte daño, simplemente no quería que te marcharas.

No me estoy defendiendo

perro espero que algún día estés cerca de entenderlo.

Es más fácil pensar que son cosas de mi imaginación, y no volver a caer.