Hoy le he dado un globo a una niña de unos dos años y, ese gesto tan pequeño, ha hecho que ella se volviera loca de alegría. Y a mí, me ha sacado la primera y única sonrisa del día. Toca replantearse si de verdad todo va bien, si realmente no pasa nada. Porque he olvidado el placer de las pequeñas cosas, he olvidado alegrarme con los pequeños detalles. Quisiera ser cómo esa niña y sonreír incluso cuando el viento me arrebata el globo de entre las manos, porque me divierte ver cómo juega con él, como lo eleva rápidamente para volver a caer y poco después recuperar el vuelo de nuevo. Rebelde sin camino, sin destino, sin reglas que seguir. Me hace falta recordar cómo vivir, o aprenderlo.

Podríamos tenerlo todo juntos, eso es lo que se ve desde fuera, pero por dentro algo falla. No me arrastres de nuevo que ya no puedo con un intento más. Quiero borrar las sensaciones que me provocas, ser capaz de tratarte como a uno más, no ver todas esas cosas que me pueden, que me nublan la cabeza y me borran la memoria y consiguen que se me olvide que esto no va a ninguna parte, que tengo que ver más allá y disfrutar de lo nuevo que me trae la vida. Déjame libre.

A veces todo se va a la mierda tan despacio que puedes ver el fin cuando aún no ha llegado. No hay luz al final del túnel, de hecho, se va apagando cada vez más. Y tú, te acurrucas en el sofá, con tu manta y tu bote de helado y te pones a pensar en qué ha pasado, en si merece la pena arreglarlo y en las horas de gimnasio que tendrás que meter cuando el mal ánimo se te haya pasado. Y de pronto sale la luz de nuevo, y te divides entre disfrutar y pensar en cuánto tardará en volver la oscuridad.

¿Qué hay mejor que que te traigan el desayuno a la cama después de una noche increíble?
Sigo con mi plan de disfrutar y no pensar, y a veces me lo pones tan fácil que me creo que puedo conseguirlo. Quizá esta sensación me dure un día, o una semana, o simplemente hasta que vuelvas a hacer algo que me descoloque y/o desespere, y tengas que recompensarme de nuevo. Pero vivamos paso a paso, día a día, momento a momento, sonrisa a sonrisa. Porque así la vida es más sencilla y prefiero disfrutar de los pequeños detalles y olvidarme de todo lo demás.

"Destacas entre todas las estrellas"

Y así es como se consigue que un viaje de cinco horas se convierta en un recuerdo mejor.

¿Sabes esa sensación de querer que un momento dure toda la vida? Quiero perderme en tu olor, sentir tus brazos rodeándome, apretándome contra ti, haciendo que todos esos días sin verte desaparezcan en un instante. Quiero tenerte cerca cada segundo, quiero que esta sensación dure eternamente, que sólo necesites 15 minutos para dejar esta sonrisa eterna en la cara. Quiero no equivocarme contigo. Quiero quedarme en este abrazo para siempre.