domingo, 31 de octubre de 2010

Quiero hacerme pequeñita

Hoy es uno de esos días en los que quiero hacerme pequeñita hasta desaparecer. Estoy cansada de echarte de menos. Sé que lo digo muy a menudo, pero de verdad cansa. Física y psicologicamente. Buscarte en cualquier lugar al que vaya y saber que no voy a encontrarte. No puedo quedarme sola y no pensar en ti. Incluso cuando estoy con alguien me pierdo pensando en ti. Creo que los demás empiezan a cansarse tambien. Yo estoy cansada de mí misma. Pero es lo que hay, aunque pasan los meses tú sigues en mi cabeza. Chica, no sé cómo lo has logrado.

sábado, 30 de octubre de 2010

He soñado contigo. Volvías y me decías que te habías equivocado, que quizá no había sido buena idea cortar de forma tan abrupta. Ha sido un sueño muy real. Yo te pedía un abrazo y cerraba los ojos. No quería abrirlos por miedo a que fuera un sueño. Y por desgracia, así ha sido.

Nunca pensé que un sueño tan bonito se convirtiera en una pesadilla.

viernes, 29 de octubre de 2010

Silencio por favor...

... se está formando una tormenta.
¿Es posible que dos personas se amen tanto, y no sea suficiente?

jueves, 28 de octubre de 2010

Él seguía tirado en la cama, sólo la sábana cubría su cuerpo moreno gracias a las horas de sol. Ella pensaba que él dormía, aprovechaba para escribir lo que había en su mente, convertido en historias irreales de personajes anónimos que tienen la suerte de no sentir. Él la observaba, disfrutaba de la imagen de sus piernas desnudas encogidas sobre el sofá en el que siempre se sentaba. Ella sintió su mirada y cerró el cuaderno con un suspiro.
- Desearía no escribir líneas tristes.
- A mí nunca me escribiste.
- Que no lo vieras no significa que no escribiera sobre ti. - Dejó el cuaderno sobre la mesa y se acercó, contoneándose sin darse cuenta, sin pretenderlo. Se sentó al borde de la cama y le dedicó una sonrisa, que desde hace tiempo siempre era triste. A él pareció bastarle, porque respondió con otra.
- ¿Escribiste sobre mí? - No estaba claro si sentía miedo o le hacía gracia, pero parecía realmente interesado.
- Muchas cosas. Cosas buenas, cosas malas... Todo dependía de lo que estuviera pasando entre nosotros.
- Y ahora, ¿estabas escribiendo sobre mí? - No le hacía gracia que le dedicara sus textos tristes, pero menos gracia le hacía que se los dedicara a otro.
- Eso es un secreto - susurró ella mientras paseaba la mano por el torso desnudo del que le acompañaba en la cama. Él supo enseguida lo que pretendía, y lo que eso significaba. Sabía que ya no era él el centro de su vida, y eso le dolía. Apartó su mano y se alejó de ella, girando hasta darle la espalda. Ella sabía que estaba dolido y que nada que le dijera ahora iba a cambiarlo. Regresó a su asiento y abrió de nuevo el cuaderno. Y siguió escribiendo, líneas aún más tristes.
Lágrimas en una escalera. Luces de neón. Fiesta. Música. Alcohol. Y yo echándote de menos. Gente. Risas. Bromas. Y yo llorando en una escalera. Si eso es lo que me espera, voy lista.
- ¿Qué te pasa? Parece como si te faltara el aire.

- Sólo estoy cansada...

- ¿De qué? Llevas todo el día sin hacer nada.

- De sobrevivir...

- Ya estamos.

- ¿Acaso te obligo a seguir aquí? Creo que no te he pedido que vinieras.

- Lo sé, pero tengo la pequeña esperanza de que algún día me pidas que me quede.

- Si lo hiciera no sería por el mismo motivo por el que quieres quedarte.

- Quien sabe... No conoces mis motivos.

- Quédate...

- ¿Por qué?

- Porque me siento sola.

- ¿Eso significa que te daría igual mi compañía que la de cualquier otra persona?

- No... Sabes que no es así.

- Entonces, significa que quieres la compañía de esa persona y te conformas con la mía.

- ¿Qué quieres que diga?

- Dime que te importo, que quieres que me quede, porque me quieres. O dime que me vaya, que ya no pinto nada aquí, que no te importo. No puedes tenerlo todo. No puedes tenerme aquí siempre.

- Lo siento. Estoy siendo egoista. Pero no puedo decirte que te quiero, y tampoco puedo decirte que no te necesito. Puedes marcharte cuando quieras.

- Joder, ¿por qué tienes que ser tan cabezota? Yo estoy aquí, él no. Eso debería contar.

- El problema es que cuando él no está, me falta el aire, cuando no estás tú... nada cambia.

- Tengo que irme.

- Lo sé.

- No voy a volver.

- Lo entiendo.

- Pídeme que me quede.

- Para. No te hagas esto a ti mismo. No dejes que te haga esto.

- Al parecer soy un idiota que se arrastra por alguien que pasa de mí.

- No te hará sentir mejor, pero sé lo que se siente.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Siempre me despertaba para que le devolviera un poco de manta. Es lo que más recuerdo de él. Sus mordiscos en mi nuca, mi cuello, susurrandome que tenía frio, la culpa era mío, y tenía que calentarle. Esas eran las mejores noches. Al final yo tiraba de la manta a proposito y él deseaba que lo hiciera.

Luego por las mañanas ya no había ni frio, ni calor. Ese era nuestro problema, las mañanas. Él siempre con su café, su periódico y sus prisas. Yo sin Cola Cao, con los pies sobre la silla, mirándole, esperando una mirada. Llegué a odiar las noticias. Deseé vivir en un mundo en el que nunca pasara nada. Aburrido. Puede que así mis mañanas lo fueran menos. Que él se sentara a tomar su café, y que sus ojos se posaran en mí en vez de en aquél frio papel. Quizá así habría visto las lágrimas en mis mejillas poco antes de que todo acabara.

Si me hubiera prestado la más mínima atención antes de salir hacia el trabajo puede que yo siguiera allí. Después me reconoció que había mañanas en las que pensaba que al bajar el periódico yo estaría allí. Es gracioso, cuando estaba ni siquiera bajaba el periódico. Y las noches no compensaban eso.
Creo que por fin entiendo cual fue mi error (aparte del obvio, por supuesto). Creo que me centré tanto en lo malo que perdí lo bueno. Pero me doy cuenta ahora. No debí centrarme en las horas que no estabas, y hacerte disfrutar las que sí compartíamos. Creo que podría haber hecho que las cosas fueran distintas. Puede que me hubieras querido. Puede que me hubieras dejado seguir formando parte de ti.

martes, 26 de octubre de 2010

Este es uno de esos mensajes que no quieres leer (y que al parecer tampoco soy capaz de mandarte, así que ya no tienes que preocuparte por eso. Creo que cuando te vas de viaje dos finas de semana con tus amigos, y en los dos terminas llorando, hay algo que no va bien. Creo que he cruzado una línea que llevaba tiempo bordeando, pero que ahora me ha atraido con demasiada fuerza y he llegado a desbordar. Acabo de llegar a la conclusión de que no se trata del hecho de quererte o no, o de que tú me quieras. Creo que todo es culpa de la conexión. Es una conexión que no tengo ni he tenido con nadie. Y antes lo echaba en falta, lo pasaba mal, pero no hasta este punto, porque no puedes echar en falta algo que nunca has tenido, no? Y ahora me siento sola sin esa conexión, sin ti, y me acuerdo a cada segundo de que me faltas. Me falta alguien con quien compartir, con quien confiar, a quien contarle todo, cada uno de mis secretos que tanto me ha costado guardar. Y ahora que no estás, y necesito esa conexión, no la encuentro. Y lo he intentado, primero con mi madre,pero no fui capaz, y hace apenas cinco minutos con la persona a la que más cosas le he contado últimamente, pero me he arrepentido de haber abierto una simple y pequeña rendija que he vuelto a cerrar. Así seguiré aquí, guardandomelo todo para mí a la espera de que quizás algún día vuelvas, porque creo que es mi única esperanza.

viernes, 22 de octubre de 2010

- Creo que tengo problemas de ansiedad.
- Lo sé, estaba esperando a que te dieras cuenta.

jueves, 21 de octubre de 2010

- Qué fácil sería si resbalara y cayera al mar. Las olas y las rocas terminarían conmigo en un segundo.- Decir esto mientras paseas por un acantilado no suele ser buen presagio, nunca.
- No digas tonterías anda... -Qué facíl es decirlo para él, no lo entiende.
- ¿Tonterías? - Tonterías... - Tontería es pasar la vida sin poder hablar. Tontería es salir corriendo para que no te vean llorar. Tontería es no poder respirar por culpa de la ansiendad. Esto sólo sería... tropezar. - Qué pocas ganas tengo de volverme a levantar.
- Tonterías... - Chico, no lo entiendes - ¿Vas a hacer que te ate para no tener que saltar a salvarte? - No te das cuenta de que tú no puedes hacerlo.
- Sabes que no voy a saltar - Ni siquiera soy capaz de eso. - Sólo quiero tropezar.
- Anda, aléjate de ahí, no vayas a tropezar de verdad.- Más quisiera.
- Qué fácil sería... - ¿Cuánto dolería? ¿Más de lo que duele ahora? Pero no soy tan valiente. Ni siquiera cuando intenté serlo conseguí serlo de todo.
- ¿Puedes decirme en qué narices estás pensando? - Tú siempre queriendo entrar en mi cabeza.
- He dejado las cosas a medias.. -sin darme cuenta.
- Imagino de lo que estás hablando - Estás fuera de mi cabeza, pero me conoces... - Y tú hiciste todo lo que estuvo en tu mano, fuiste, no salió bien, fin - ¿Fin? Eso se suponía. Odio que la realidad esté en mi contra.
- Sé que no hice todo lo que pude... -¿sabes que me quedé a dos calles de su casa? - No me atreví a más, no fui valiente.- Ni esta vez ni ninguna de las anteriores - Creo que eso es lo que falla. Me falta valentía. Dejé que las cosas fueran, y por desgracia, eso lo estropeó todo. - Conténtate, me falta valentía, no saltaré.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Siento decirte que no soy tan fuerte.

sábado, 16 de octubre de 2010

¿Por qué cuando se supone que tengo que estar mejor es cuando me acuerdo de ti y lloro?? Creo que es porque me encantaría contarte todo lo que me pasa y que lo disfrutaras conmigo. Echo de menos escuchar tu voz. Mucho. Más de lo que me imaginaba. Echo de menos tus risas y todas nuestras tonterías... En resumen, te echo de menos a ti. Te echo de menos a ti, conmigo..

jueves, 14 de octubre de 2010

No quiero pensar en lo que fue y no pudo ser, pero es tremendamente difícil. Si cada cosa que sucede a mi alrededor activa una parte de mi cabeza que la relaciona contigo. Sólo entrar en mi cuarto cada noche es una odisea que me cuesta llevar a cabo. Porque estás en él, siempre estarás en él. y a la vez hay un vacío con el que no puedo. Dame fuerzas... o algo más.

domingo, 10 de octubre de 2010

¿Por qué sigo necesitando tenerte? ¿Por qué siento que cuando todo va mal sólo tú puedes hacerme sonreir? ¿Qué voy a hacer ahora que no estás? ¿Cómo voy a sobrevivir sin ti? ¿Por qué no estás? ¿Por qué te necesito tanto? ¿Por qué quiero dejarlo todo por ti? ¿Por qué no me dejas estar a tu lado? ¿Por qué sigo queriendote? ¿Por qué sigo soñando que me quieres? ¿Por qué sigo teniendo esperanza? ¿Por qué no puedo avanzar? ¿Por qué no quiero avanzar? ¿Por qué cada noche pienso en ti? ¿Por qué te escribo tantos mensajes que no llego a mandar? ¿Por qué tú no me escribes ninguno? ¿Por qué ya no me quieres?

jueves, 7 de octubre de 2010

Siempre odié los finales abiertos, que al final las cosas no terminaran de verdad, que todo quedara inconcluso para que tú decidieras qué era lo que pasaba después. A mí me gustaba que me dijeran qué había pasado, cómo terminaba la historia, que todo quedara atado y cerrado. Punto y final.

Y ahora, que el final de esta historia ha llegado y tú has escrito con duras palabras el final (imperfecto a mi parecer), he aprendido a apreciarlos. Siento que tu estilo de escribir sea este, que hayas acabado con la última esperanza de cada personaje, que tus finales sean cerrados.

Pero la magia de las letras es inimaginable. Porque tu punto y final ha pasado a punto y a parte en mi mente, y desearía que esta historia no terminara de escribirse jamás.

martes, 5 de octubre de 2010

Te echo de menos. Y ahora sé que es para siempre. Y eso es difícil de superar...

lunes, 4 de octubre de 2010

Voy a poner una denuncia, me estás acosando, no te alejas de mí ni cuando creo que he acabado contigo. Maldita esperanza, por qué eres invencible?
Si cambias de opinión, yo siempre estaré aquí.