Lo has vuelto a hacer, has jugado conmigo y yo he perdido. Predijimos que lo de alinear planetas traería malas consecuencias, y no nos equivocamos. Tampoco yo me equivocaba respecto a ti.

¿Te sabe el pelo a chocolate?

Es con lo que quiero quedarme.

He repasado nuestra conversación tantas veces que creo que he llegado a aprendérmela de memoria. Me ha dejado claro varias cosas:
1. Es mucho más fácil dejar que pase que enfrentarse a ello.
2. Tú sigues pasando de todo.
3. Yo aún me sorprendo de lo que eres capaz de hacer.
Y la más importante: Los dos creemos que donde mejor estamos es juntos en una cama.

Eres la persona más desquiciante que conozco

y aún así, aquí sigo.

Tantas tonterías que son solo nuestras, esta historia, contada en un simple papel que nadie entendería. 

Y es que no puedo dejar de pensar en ti...

¿Y ahora quién...?

Gritar. Gritar hasta quedarme sin voz. Destrozarme la garganta y no sentir nada más que ese dolor. Y después no sentir nada. Caer por ese acantilado, grabado en mi memoria, y descansar. Dejar de pensar.

Y después despertar. De vuelta a esta absurda realidad que me revuelve la cabeza. No saber lo que me depara. No ser capaz de dejarte atrás. No poder gritar.

Han vuelto tus "te echo de menos", tus "lo siento" y arrepentimientos. Tengo claro que no me los creo, y a pesar de todo, quiero fingir que lo hago. Quiero besarte, abrazarte y despertar contigo, como antes. Me pregunto cuánto tiempo aguantaré con esto de hacerme la dura y la orgullosa. Quizá aguante lo suficiente hasta que tú te canses y luego me arrepienta. Quizá no aguante lo suficiente.

Pero también me arrepentiré.

Todo lo que tocas, lo haces tuyo.

¿Cómo lo haces? No sé cómo consigues que sea tan difícil resistirse a ti. A pesar de no haber sucumbido, ahora me siento más débil que nunca y pienso que si lanzas una de tus jugadas maestras ahora, caeré. Lo supe en el momento en el que tu abrazo se convirtió en mi abrazo, esos tres segundos en los que tú no notaste la diferencia, pero yo sí. Esos tres segundos en los que me imaginé que sí, que todo era tan perfecto como parecía. Y por eso, antes de deshacer mi abrazo respiré profundo, para encerrar en lo más profundo de mi ser las ganas de lanzarme a tus labios.

Necesito una tregua para reordenar mis defensas

pero tú no me la darás

La noche es perfecta, porque sólo estamos tú y yo, y los sentimientos. Pero luego llega el día, que despierta mi parte racional y me golpea con una realidad que no puedo olvidar. Y así, poco a poco, me hago fuerte, y me digo que soy capaz de ser tu amiga, sólo tu amiga, a pesar de tu gran capacidad de persuasión. Porque sé que puedo evitar cualquier recaída con una palabra, un nombre, que me recuerde lo que me espera si caigo.

Y aún así me deshago, cuando me llamas princesa.

Me doy cuenta de que ya está todo perdido cuando me sacas de quicio por desaparecer durante dos días. Me miento diciendo que es porque quiero saber cuál es tu plan maestro para que me olvide de todo lo que pasó, y que el hecho de que no des señales de vida durante 48 horas significa que te has rendido. Pero estoy 90% segura de que el problema está en que, después de haber aprendido a seguir sin ti, ahora que has vuelto, haciéndome creer que es permanente, me he acostumbrado. Y que desaparezcas de nuevo... da miedo.

¿Café o no? Esa es la cuestión. Dejarse llevar por la razón o por las ganas. Has elegido el mejor momento para intentarlo, aún así no tengo clara la respuesta. Tengo ganas de verte y de mucho más. Y ese es el problema, que mi dignidad y amor propio aún están aquí y te llevan la contraria. Y por el otro lado estás tú. Y me dan ganas de intentarlo, aunque sepa que no es buena idea, no quiero pensar lo que pudo ser. Quiero levantarme un día y saber que tengo razón, que no mereces la pena.

Te odio por ser capaz de hacerme olvidar todo lo malo y engancharme sólo con tus palabras. Te odio por las sonrisas que me sacas, por el cosquilleo en el estómago, por esa capacidad que tienes de llevarme a donde tú quieres. Por hacerme volver al principio sin ningún esfuerzo.

Te odio porque te pido que cambies las leyes de la física, y deseo de verdad que lo consigas.

Te odio por hacerme olvidar que te odio.

Pasamos de alinear planetas para vernos, a gritarnos en universos paralelos. Y aún así, mi mente no termina de odiarte, porque eres esa persona que entra y sale de mi vida, porque soy incapaz de arrancarte de ella.

Las puñaladas duelen más cuando vienen de personas que se te han colado dentro.

Trágate tus críticas "constructivas"

Esta noche se me va a hacer muy larga, ahora que tú ya no estás.

Qué fácil es acostumbrarse a lo bueno...

Aún hay pequeñas cosas que me recuerdan a ti...

48 horas juntos, viendo todas esas cosas que no me gustan de ti, sintiendo todas esas muchas cosas que me gustan. Me fallan los disimulos si me miras así, si te tumbas a mi lado cada noche y te ofreces a darme calor, si me abrazas cuando las sombras y los ruidos me ponen nerviosa. Me haces enfadar y sonreír poco después. Te esfuerzas por conseguir lo que quieres de mí y eso me saca de quicio, pero no puedo negar que me encanta cuando te sientas a mi lado y me recuesto sobre ti, dejando mi cuello expuesto a tus caricias. 

A veces te mataría, otras en cambio, te quiero comer.

Ahora que todo el mundo lo tiene claro

me entran las dudas.

Me gustas porque no te crees que no te quiero cerca, por más que te lo repita.

Se coloca la melena que el viento revuelve mientras mira el horizonte. Ya no siente el frío, excepto por esa sensación de fuego en sus manos, sólo imaginar lo roja que está su nariz le provoca una sonrisa. Esa sonrisa es captada por el objetivo de la cámara de él, de ese que la arrastra tarde sí y tarde también a lugares que jamás ha visto y que se quedarán para siempre en su memoria. Su mirada se cruza con la suya a través de aquella cámara y con timidez agacha la cabeza haciendo feliz a la parte artística de él, que la había nombrado su musa mucho tiempo atrás.

Él observa sus mejillas sonrosadas y sus labios rojos, y siente cómo con cada mirada de reojo se enamora más de ella. Hace tiempo que decidió que en el mundo no existía nada más bello que ella. Una belleza distinta al resto, tan simple y perfecta, tan ella.

Y ratito a ratito disfruto de ti. Lo que me dejas. Hasta que acabe.

Tu nariz contra la mía en las noches frías.

Nadie se libra de esto del querer,
pasan años, décadas, y sigue así,
ha cambiado, ya no es frágil
ya no parece romperse como el papel.

Ha cambiado, no es lo mismo,
pero sigue ahí, en su rincón
ese recuerdo de lo que fue,
ese momento, aquél querer.

No se trata de echar de menos,
se trata de sentimientos.
Me remito a lo hechos,
sigo sintiéndote, aquí, en el pecho.

Tantas pequeñas porciones del pasado que me persiguen, día a día. Sólo llévame lejos, llévame allí donde no haya nada, ni nadie. Donde no importe lo que fue, ni lo que será. Quiero estar allí donde sólo existimos tú y yo, nadie más. Que me cantes al oído esa canción mientras juegas con mi ombligo.Que el viento me revuelva el pelo, que el sol nos caliente la piel y nos sobre la ropa.


Sólo llévame lejos, allí donde solíamos gritar.

La noche te da un aire tan salvaje que me olvido de quién eres, y de quién soy yo. Sólo soy capaz de acordarme de quiénes somos nosotros, juntos. De las risas, las miradas y esa electricidad que hay entre nosotros y que soy incapaz de controlar. Pierdo la cabeza. Pierdo las ganas de frenar.