viernes, 27 de mayo de 2011

La mesa estaba llena de apuntes, decenas de teorías psicológicas que ella debía aprenderse. El orden brillaba por su ausencia, como siempre a su alrededor. El camarero cambió su vaso vacío por otra cocacola, ligth y sin limón, como a ella le gustaba. A cambio, ella le dedicó esa sonrisa que le había engachado, tarde tras tarde. Miró a través de la ventana para observar a su cantautor favorito, apenas llegaba a escucharle cantar algunos segundos antes de entrar a aquél café, pero siempre le echaba una moneda, porque la encantaba mirarle a través de aquél cristal e imaginar qué canción podría estar cantando sólo con ver su expresión.

Y allí ella no se sentía tan sola, olvidaba lo que esperaba en casa, las palabras vacías, las lágrimas a escondidas... y las sábanas frías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

sonrisas al aire