miércoles, 12 de diciembre de 2012

Descubrí que lo importante no es cómo empieza el día, sino cómo acaba. Que a veces, cuando crees que te han quitado toda esperanza, resulta que no, que sigue ahí, escapándose por miles de rendijas que me iluminan el camino que creí que no podría volver a recorrer. De vez en cuando el esfuerzo es recompensado, y tú, que crees que está todo perdido, que pisoteas mis ilusiones, sin darte cuenta, vuelves a donde lo dejamos, y desde ahí, las reconstruyes de nuevo. Y me mandas a la cama con una sonrisa que creía imposible por la mañana, una sonrisa que me recuerda que si quiero, puedo.
Especial y caprichosa.

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