sábado, 4 de julio de 2009

827 kilómetros

Ella estaba a tan sólo 827 kilómetros.
827...
Era un número corriente, y aún así era capaz de causarme tanto dolor...
827...
“Tengo ganas de abrazarte” Sólo pedía eso, un abrazo, tener su cuerpo entre mis brazos, poder acariciar su pelo, sentir su olor... su olor...
827...
Su cuerpo, su piel, sentir cómo se eriza la superficie de sus brazos mientras mis dedos la rozaban.
827...
Sentir su corazón latiendo junto al mío, llevando el mismo ritmo, sabiendo que ambos sentimos lo mismo en ese momento. Un latido irregular, inconstante, marcando el momento justo en el que una caricia mía conseguía hacerla estremecer.
827...
Escuchar el sonido de su respiración, cerrar los ojos, olvidándome de todo lo demás, encerrándonos en nuestra burbuja, solo que esta vez, ella también estaba dentro, esta vez sería real. Y podía saberlo escuchando su respiración.
827...
El viento envolviéndonos, apartar el pelo que oculta su rostro para poder observar sus ojos, sus preciosos ojos, perderme en su mirada, antes de volver a ocultarla en mi pecho, protegiéndola de aquél viento rebelde.
827...
Sólo un abrazo... ¿Quién dijo que no podía echarse de menos algo que nunca se ha tenido?

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