miércoles, 15 de julio de 2009

Me puse a rebuscar en mi memoria
algo con lo que contestar a esa pregunta.
Ella aguardó paciente la respuesta
sin intentar interrumpir mis pensamientos.
Al final volví la mirada a ella y mi gesto se tornó serio.
- Si contestas a mi pregunta, yo contestaré a la tuya.
Ella torció el gesto, pero asintió lentamente.
- ¿Por qué te has puesto la chaqueta?
- Porque tenía frío.
- ¿Cómo sabes que tenías frío?
- Lo sentí. Mi cuerpo temblaba, el vello se me erizaba...
- Ahí tienes mi respuesta.
Su rostro contrariado consiguió que sonriera.
- Quieres saber por qué estoy contigo: Porque te quiero. ¿Cómo sé que te quiero? Porque lo siento, cuando me tocas mi cuerpo tiemble, mi vello se eriza...

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