Porque en toda historia queda bien hablar del humo de un cigarro, por eso fumaba ella, para sentirse más bohemia. Y también por eso acababa cada noche en una cama distinta, con sus medias rotas, el pelo revuelto y una botella de whisky en la mano. La gente la mira cuando camina de madrugada, y ella se siente feliz porque sabe que lo que ella hace, eso, es arte.
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