jueves, 12 de enero de 2012

Había sido un encuentro fortuito, llevabamos hablando superficialmente apenas unos minutos y ya estabamos a punto de despedirnos cuando una canción procedente de mi bolso provocó que él sonriera con suficiencia, y aunque traté de apagarla rápidamente, él ya la había reconocido.
- ¿Y esa canción? ¿Por qué la tienes de tono de llamada?
- ¿Qué más da?
- Esa canción me recuerda cierta noche...
- Puede que por eso la tenga. Me trae recuerdos de cosas que echo de menos.
- ¿Qué es lo que echas de menos?
- Muchas cosas...
- ¿Por ejemplo?
- Por ejemplo... acurrucarme contigo en la cama.
- Eso tiene fácil solución...
- Pero es muy mala idea.
- ¿Por qué?
- Porque te conozco...
- Sabes que puedo estarme quieto. Te lo prometí una vez y puedo volver a hacerlo.

Y no sé cómo, unos minutos después estábamos tumbados en esa cama que tantas cosas había visto. Mi mano paseaba por tu pecho mientras diferentes pensamientos contradictorios se agolpaban en mi cabeza. Había echado mucho de menos estar así y echaba de menos miles de cosas más, y sabía que en cuanto saliera de aquella habitación la burbuja se rompería y todo volvería a ser como antes. Tomé una decisión de la que quizá me arrepentiría, pero eso sería más tarde. En un rápido y casi desesperado movimiento me coloqué sobre él.
- ¿Qué haces?
- Yo no he prometido nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

sonrisas al aire