Es difícil compartir momentos con una persona y luego no echarle de menos. Por eso, aunque me mienta diciendo que ya no hay nada que quiera de ti, no pude decir que no cuando alguien se ofreció a llamarte. Al menos conseguí no decir que sí.
El silencio fue mi respuesta, y ahora mi cabeza sólo da vueltas.
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