viernes, 4 de enero de 2013

Y ella le mira, y sabe que ya no es lo mismo. Algo ha cambiado, aunque todavía no sabe lo que es. Pero ya no la hace sonreír antes de acostarse, ni la pregunta por sus sueños. Que la tristeza la invade y él no se da cuenta. Sabe que esto ya ha pasado antes, que él la hizo olvidar algo que ya había aprendido años atrás, que ella nunca tiene suerte en esto del amor. Que lo suyo son las historias cortas, los te quiero de mentira, las sábanas enredadas y la puerta como el final de la noche. Olvidó que no debía enamorarse, que esas cosas nunca salen bien, que todos esos cuentos con final feliz no existen, sólo existen grandes días, tardes perfectas y noches interminables, mezcladas con dudas infinitas, lágrimas furtivas y suspiros de pena.
Me matas
con cada ir y venir.

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