lunes, 16 de julio de 2012

Siempre tuvo las ideas claras. Entre lo bueno y lo malo siempre elegía lo primero. Por eso ahora, cuando se despierta desnuda en una cama, junto a su fiel botella de vodka y su no tan fiel hombre imperfecto, se pregunta en qué momento del camino escogió la salida equivocada. Porque ya no estaba segura de nada, ni de nadie. Ni siquiera al mirarle a él encontraba una razón para estar allí, porque hace tiempo que sabe que no queda amor, sólo una triste obsesión por su parte y ganas de pasarlo bien por parte de él. Ya no se esfuerzan en fingir te quieros, nadie se los cree; pero piel contra piel se sienten un poquito mejor, al menos mientras dure la botella. Los amaneceres son lo peor, tan románticos en otra época, lejana, casi olvidada, tan vacíos y rotos ahora.

Pero de todo se olvida
cuando el vodka vuelve para salvarla.

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