De nuevo la cama es mi única compañera, los minutos pasan como si fueran horas. Una canción empieza a sonar, me llegan voces de la habitación de al lado, los ruidos de la calle se unen a los que suenan dentro de casa. Me dan ganas de gritarle al mundo que se esté callado, pero no serviría de nada, porque son las voces de mi cabeza las que no me dejan dormir.
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