sábado, 11 de febrero de 2012

Las indirectas pasan a ser más y más directas cada vez y la gente empieza a sospechar. Y a ti, que te encanta dar que hablar, no se te ocurre que yo prefiero los secretos. Y te sientas junta a mí (cuando jamás estás ni siquiera en el mismo aula) y me abrazas, me besas en la mejilla, el pelo o donde mejor te pille. Yo me río, disimulo y me alejo, despacito, para no hacerte sentir mal.

Que me digas que me vas a echar de menos por no vernos en cuatro días, no ayuda.
Que me lo crea, aún menos.
Que me llames nena me saca los colores. Tú, en general, me sacas las sonrisas.

Las palabras nunca cambian los hechos

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