En mi casa siempre he tenido fama de borde y, tengo que reconocerlo, a menudo lo soy. Últimamente, y por culpa de trabajar de cara al público, he empezado a pensármelo dos veces antes de hablar y decir algo que vaya a sentar mal. La cosa es que, aunque no lo diga, lo pienso, y le doy mil vueltas, y se va haciendo más grande... y al final acabaré mandando a la mierda a más de uno.
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