viernes, 28 de febrero de 2014

La vida es una hoja en blanco, pero no sé muy bien quién es el que escribe en ella. No sé si soy yo, el destino o todas y cada unas de las personas que se cruzan en mi camino. Pero sí que parece claro que no es posible frenar la tinta, que día tras día, esa hoja sigue llenándose de palabras, de historias que son imposibles de parar. Igual es un cuento de esos que dependiendo de la opción que escojas, acaba de una manera u otra, y a cada mala decisión estás un poco más cerca del final. Por lo menos, en esos libros siempre estabas a tiempo de volver atrás, hacer trampas y cambiar aquello que creíste que estaba bien. En la vida no, esa historia queda marcada a fuego y nada puede cambiarse. Puede arreglarse, claro está, pero tendrás que esforzarte mucho para hacerlo. Me gustaría que mi historia estuviese completamente en mis manos, algo imposible y que, además, dejaría mucha presión sobre mis hombros y, no sé, quizá es bonito dejarle algo al destino, que te sorprenda y te despierte un día trayéndote el desayuno a la cama.

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