viernes, 7 de febrero de 2014

Llegas tarde. Tú llamada de 41 minutos llega tarde. Tus disculpas llegan tarde. Ya no me vas a convencer de que mereces la pena, aunque reconozco que has estado a punto, he conseguido mantenerme fuerte. Pero sigues teniendo ese efecto en mí, esa necesidad de tenerte contento. Creo que voy a tener que esconderme durante los próximos días para no caer, porque tú siempre has sido más fuerte que yo, o, mejor dicho, siempre has sido capaz de volverme débil.

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