viernes, 20 de agosto de 2010

Autómata

Me he convertido en una autómata. Que dice las palabras sin sentirlas, que camina sin preguntarse hacia dónde le llevan sus pies. Qué fácil vivir así, sin pensar, sin sentir, sin sufrir. Simplemente viviendo. Cierto es que no volveré a sentir el viento sobre la cara, ni a disfrutar del reconfortante rayo de sol un día de verano cualquiera. Pero merece la pena si así evito sentir los agónicos latidos de mi desgarrado corazón. Algunos dirán que es una solución extrema, pero sólo yo sé que la situación lo requiere. No funcionaron las continuas borracheras ni las tardes llorando las penas. Ni el chocolate, ni siquiera el chocolate. Probé el refugio que ofrecían mi familia y mis amigos. Probé a esconderme en la soledad esperando la cicatrización de las heridas. Probé a quererte, y a dejar de hacerlo. Probé a mentirme y a decirme la verdad. Intenté mentirle al mundo, y para mi sorpresa, el mundo me creyó. Pero eso no me ayudó a sanar, o quizás sí, porque fue el comienzo.El comienzo del camino para llegar a lo que soy ahora. Me he convertido en una autómata.

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