domingo, 21 de agosto de 2011

Llegar a casa después de un largo día de trabajo, sin planes porque el mundo te ha dejado tirada. Te lanzas sobre la cama, sin ganas, perdiendo ropa por el camino porque el calor aprieta. Y ahí tumbada te preguntas qué es lo que estás haciendo mal, por qué las cosas siempre se derrumban cuando mejor pintan. Un momento de bajón. Ese momento de debilidad es el que aprovecha el mundo para asestarte un último golpe, y desde fuera de tu pequeña y eternamente desordenada habitación te llegan las palabras de una canción, que ni te gusta ni escuchas desde hace mucho tiempo. Es entonces cuando te das cuenta de que aunque hayas superado algo, siempre habrá pequeños momentos en los que te invadirán los recuerdos. Saber que a pesar de todo, mereció la pena.

Y entonces rompe a llover... redondeando el momento.

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