- Te he traído algo.
Cuando Alicia tuvo entre sus manos el ajado libro, su mirada se iluminó. Antes de que pudiera agradecérselo, el destino quiso que un brusco frenazo los desplazara hasta acabar pegados el uno al otro. Lejos de apartarse, Alicia le miró fijamente a los ojos, como si buscara algo en él.
- No dejes que el mundo te venza, así uno de los dos tendrá un final feliz. Pero no de esos de película, esos son aburridos y demasiado predecibles. Vive, como tú quieres vivir. No dejes que el mundo te venza.
- Tú también puedes tener un final feliz - respondió Adrián, descolocado, como siempre que hablaba con ella.
- Sólo en los libros, Matías, sólo en los libros.
Y con eso se marchó, libro en mano. Adrián se quedó pensando en que la sonrisa con la que se había bajado del bus quizá era un poco menos triste que la que había esbozado al entrar.
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