miércoles, 17 de noviembre de 2010

Era uno de esos cortos momentos de silencio. Cortos, pero numerosos. Ella está en su mundo, como siempre, ese mundo en el que él deseaba entrar. Pero nunca la presionaba, se dedicaba a remover su café, a la espera de que ella volviera a la realidad.
- ¿Por qué siempre quedamos en este bar?
- No sé, me gusta, se está a gusto. ¿Por qué?
- Sólo estaba pensando...
Él sonrió, no llegó a reir, sabía que a ella no le gustaría. Era consciente de que jamás seguiría el hilo de sus pensamientos, aún así, lo intentó.
- Tú siempre estás pensando, y casi nunca son cosas buenas. ¿Qué piensas esta vez?
- Estaba pensando en que este es nuestro bar. Pero luego he caido en la cuenta de que seguramente es tu bar y el de tus múltiples conquistas.
- Estás un poco obsesionada con mis conquistas, al final vas a estar más enamorada de mí de lo que crees.
Ella negó con la cabeza. Cogió el sobre de azúcar y lo vertió en el café de él, como siempre hacía. Revolvió lentamente el oscuro líquido con la pequeña cucharilla mientras él la dejaba hacer.
- Más quisieras.
Parecía que el café la había atrapado por completo, como si observar cómo los granos de azúcar endulzaban la bebida fuera lo más importante en ese momento. En cambio, él sólo la obsercaba a ella.
- Aquí sólo te traigo a ti.
Era una buena manera para acaparar su atención. Ella dejó quieta la mano y volvió a mirarle. La curiosidad era palpable en sus ojos.
- ¿Puedo preguntar por qué?
- Puedes...
- Vale, no te hagas el gracioso.
- Bueno, este es un buen sitio para hablar. Con mis múltiples conquistas lo que menos busco es hablar.
A pesar de que a él le pareció divertido, a ella no le hizo ninguna gracia. Él había conseguido que sintiera celos, pero ella no quería sentirlos.
- Vaya, no sé si alegrarme o no...
Él sonrió con suficiencia.
- Yo me alegraría..
- ¿Te alegras de que yo sólo quiera hablar contigo?
Ella también sabía dar donde dolía, y vaya si dolía.
- Si lo miras así, no me alegro. Pero la diferencia es que yo no quiero solo hablar contigo, quiero volver a enamorarte.
- Casi que prefiero que intentes llevarme a algún rincón oscuro.
- Tampoco me importaría... ¿Vamos?
- He dicho que lo intentes, no que vayas a conseguirlo. Anda, tómate el café y concéntrate en intentar ser mi amigo.

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