viernes, 12 de noviembre de 2010

Son... las tres de la mañana y no puedo dormir. ¿Sabes por qué? Porque es una de esas noches en las que, por mucho que lo intente, no puedo dejar de pensar en ti. Y pensar en ti me produce taquicardia.

Estaba pensando en Granada. ¿Te cuento un secreto? Desearía volver. Ya sabes, por eso de mi estúpida esperanza. Pensar que esta vez puede ser diferente. Pero sé que no sería así, y que volvería aún más jodida que la última vez (si consiguiera volver). Porque sé que tú volverías a decirme lo mismo. Sé que yo volvería a agotar hasta el último minuto finjiendo que hay esperanzas de que cambies de opinión.

Pero esta vez ya no podría finjir delante de los demás. No podría hablarles de lo bonita que es Granada y de todas las cosas que hay por ver. Cuando lo único que vi fueron las paredes de aquella triste habitación y los parque y calles que había de esa calle hasta la tuya. En realidad no llegué a la tuya, me faltó valentía. Una más de las cosas que faltaron.

Quisiera que esa estrella que marcamos como nuestra bajara a iluminarme el camino. Que me dijera qué es lo que tengo que hacer para que vuelvas a hablar conmigo. Necesito que me cures la taquicardia. Necesito que me calmes cuando no puedo dormir. Recuerdo que me dormía sólo con saber que tú estabas ahí, conmigo. Y ahora ya no estás. Y no quieres volver. Y no hay quien me cure la ansiedad.

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