domingo, 21 de noviembre de 2010

No busco descanso en otros brazos, no quiero dejarlo pasar. Quiero vivir cada minuto de mi vida como quise hacerlo, como aquél tiempo en el que controlaba cada paso. Nunca necesité retroceder. Estoy llena de ideas inconexas que me alejan de la realidad, sin sentido, sin sonrisas a punto de despegar. No quiero que me pidas lo que jamás te pude dar, porque me arrancas trocito a trocito los hilos que cosían mi corazón, provocas que se despedace lentamente, haciendo que el dolor se alargue como las semanas sin tu voz. ¿Quieres que te diga lo que quieres oir? Quiero oir lo que me quieres decir. No pretendo hacerte ver que hay más allá de decisiones absurdas tomadas en sábados etílicos que no funcionan para conseguir hacerte descansar. No intentaba cambiar la visión que tienes del mundo, quizás tenía la esperanza de que las máscaras desaparecieran y quedaran las personas. Quien sabe, a lo mejor pronto cambias de opinión y te encuentras saliendo de un bar sin ganas de otra cerveza que ahogue tus silenciosos llantos que sólo yo era capaz de oir. No dije que fuera a ser fácil, ni te prometí una vida perfecta rodeada de miradas desde el corazón. Sólo hice la promesa de quererte siempre, y es lo que pretendo hacer durante lo que quede de mi desesperada existencia. Dime si esto tiene algún sentido para ti, enseñale a esa boquita a decir las palabras que no quieres escuchar. Estoy demasiado cansada para respirar. ¿Crees que todo seguirá igual cuando yo ya no esté?

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